¿Planeas una escapada al norte y te preguntas qué ver en Cantabria? Prepárate para descubrir una de las regiones más bellas y completas de España, donde el mar Cantábrico se funde con montañas infinitas, pueblos con encanto, cuevas prehistóricas y una gastronomía que conquista a quien la prueba.
Desde la elegante bahía de Santander hasta los verdes valles pasiegos, pasando por playas salvajes, miradores, parques naturales y rincones cargados de historia, Cantabria es un destino perfecto para disfrutar en cualquier época del año.
En este artículo te contamos qué ver y hacer en Cantabria con 20 planes irresistibles que combinan naturaleza, cultura y sabor local. Así entenderás por qué muchos dicen que Cantabria… es realmente infinita.
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1. Santander: «la tacita de plata» de Cantabria
Santander conserva el señorío de haber sido Residencia de verano del rey Alfonso XIII, un legado que todavía se respira en su elegante casco histórico y en la Península de la Magdalena, presidida por el imponente Palacio Real. Tras el incendio de 1941, que destruyó gran parte del centro, la ciudad renació con ese encanto marinero y distinguido que la caracteriza.
Aunque dicen que Santander es una ciudad “pindia” —con cuestas—, resulta muy agradable pasear desde la bahía hasta el faro de Cabo Mayor, disfrutando de las vistas sobre los acantilados de Mataleñas. Y, por supuesto, ningún recorrido estaría completo sin una parada para saborear unas buenas rabas o un pescado fresco en el emblemático Barrio Pesquero.
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2. Costa Quebrada, un paisaje de infarto
Desde el Faro de Cabo Mayor se puede continuar hacia una de las zonas más impresionantes de Cantabria: la Costa Quebrada. Este paraje natural, repleto de acantilados, formaciones rocosas y calas salvajes, ofrece un paisaje tan sobrecogedor que se ha convertido en uno de los lugares más visitados de la región.
A lo largo del recorrido, el mar Cantábrico golpea con fuerza las rocas mientras, en los días despejados, se pueden divisar a lo lejos los majestuosos Picos de Europa. Un escenario perfecto para los amantes de la naturaleza, la fotografía y los paseos junto al mar.
3. Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal: un paseo entre gigantes
Uno de los rincones más románticos y sorprendentes de Cantabria es el Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal. Dicen que abrazar estos gigantes transmite una energía especial, y lo cierto es que basta adentrarse entre sus sombras para sentir una profunda calma.
El susurro del viento entre los troncos y el aroma a tierra húmeda crean una atmósfera de paz y conexión con la naturaleza difícil de describir. Este pequeño pulmón verde, a tan solo unos pasos de la autovía del Cantábrico (A-8), es una parada perfecta para desconectar y dejarse envolver por la magia de los árboles más altos de Europa.
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4. Santillana del Mar, la villa medieval más bonita de Cantabria
Entre los lugares más bonitos que ver en Cantabria, Santillana del Mar ocupa un lugar destacado. Ni es santa, ni llana, ni tiene mar, pero su encanto medieval la convierte en una de las villas más hermosas de España.
Recorrer sus calles empedradas es como hacer un viaje al pasado: fachadas de piedra, balcones floridos y un ambiente tranquilo que invita a pasear sin prisa. La Colegiata de Santa Juliana, joya del arte románico cántabro, es una visita imprescindible, al igual que tomarse un vaso de leche fresca con un sobao pasiego en alguno de sus rincones más tradicionales.
Y para los que viajan sin gluten, aquí se encuentra Las Quintas, uno de los mejores obradores artesanos de España, donde elaboran delicias sin gluten con mimo y dedicación. Su pequeño dispensario está al inicio del paseo por la villa.
No olvides llevar calzado cómodo y una chaqueta ligera para cuando cae la tarde: Santillana del Mar es una joya que resume a la perfección la esencia de Cantabria.
5. La Cueva de Altamira, la joya del arte rupestre en Cantabria
Conocida como la Capilla Sixtina del arte rupestre, es uno de los grandes tesoros que ver en Cantabria. La cueva original tuvo que cerrarse al público para preservar sus valiosas pinturas, pero a tan solo tres kilómetros de Santillana del Mar se puede visitar una réplica exacta que permite revivir toda su magia.
Tuve la suerte, de niña, de contemplar la cueva auténtica y quedé fascinada ante aquellas figuras de bisontes, caballos y manos que parecían cobrar vida bajo la luz tenue. Hoy, el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira ofrece una recreación impecable que nos transporta a los orígenes del arte y nos invita a imaginar cómo vivieron nuestros antepasados prehistóricos.
Una visita imprescindible para comprender por qué Altamira sigue siendo, siglos después, un símbolo universal del genio humano.
6. Comillas, la joya modernista de la costa cántabra
Entre los lugares más especiales que ver en Cantabria, Comillas destaca por su elegancia y su sorprendente mezcla de arte, historia y mar. Conocida como la “Villa de los Arzobispos”, fue cuna de numerosos prelados y conserva un marcado aire noble y aristocrático.
Esta villa modernista acoge auténticas joyas arquitectónicas, como el Palacio de Sobrellano y el célebre Capricho de Gaudí, una de las pocas obras del arquitecto catalán fuera de Cataluña. Frente a este conjunto monumental se alza la Universidad Pontificia, cuya silueta domina el horizonte y añade aún más carácter a la localidad.
Y como si todo esto fuera poco, Comillas también presume de una hermosa playa de fina arena, situada junto al puerto pesquero y dentro del Parque Natural de Oyambre, un entorno protegido de gran valor ecológico.
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7. La Cueva del Soplao, el tesoro subterráneo de Cantabria
Entre los lugares más sorprendentes que ver en Cantabria, la Cueva del Soplao ocupa un lugar especial. Esta cavidad única deslumbra con sus estalactitas, estalagmitas, columnas y cristales de calcita, que a lo largo de los siglos han formado figuras tan caprichosas como fascinantes —deja volar la imaginación al observarlas—.
Más allá de su espectacular belleza geológica, la cueva y su entorno conservan un valioso patrimonio de arqueología industrial minera, con más de 20 kilómetros de galerías que testimonian la intensa actividad del pasado.
La visita clásica se realiza con guía, pero los más aventureros pueden optar por alguna de las rutas de espeleología, adaptadas a distintos niveles de dificultad.
Y un consejo práctico: lleva calzado cómodo y una chaqueta de abrigo, ya que el suelo es húmedo y la temperatura baja. Gracias a ese microclima, la Cueva del Soplao mantiene intacto su esplendor natural.
8. Faro del Caballo, las escaleras más famosas de Cantabria
En Santoña se encuentra uno de los lugares más impresionantes de la costa cántabra: el Faro del Caballo. Situado en el entorno del Monte Buciero, regala paisajes de vértigo y rutas de senderismo con distintos niveles de dificultad que recompensan con vistas espectaculares sobre el mar Cantábrico.
Llegar hasta el faro tiene su mérito: hay que descender más de 700 escalones, pero el esfuerzo se olvida en cuanto aparece ante tus ojos este rincón suspendido entre acantilados y mar abierto. Si prefieres disfrutar del paisaje sin tanto esfuerzo, también puedes hacerlo con un paseo en barco por la bahía o con una travesía en kayak.
Y como broche final, nada mejor que saborear las deliciosas anchoas de Santoña visitando alguna de sus conserveras artesanales. Allí descubrirás el minucioso trabajo de las sobadoras, las mujeres que limpian uno a uno los bocartes para transformar el pescado en uno de los grandes manjares del norte.
9. Castro Urdiales, la villa marinera más elegante de Cantabria
Muy cerca de Santoña, Castro Urdiales se alza como otra joya de la costa cántabra y un Conjunto Histórico-Artístico digno de admirar. Su elegante perfil marinero combina a la perfección el encanto del puerto con un valioso patrimonio monumental.
Entre sus tesoros destacan la Iglesia de Santa María de la Asunción, considerada la mejor muestra del gótico en Cantabria, el castillo-faro, el puente medieval y la ermita de Santa Ana, que se asoma al mar desde lo alto del acantilado.
El atardecer en Castro Urdiales es una de esas postales que se quedan grabadas en la memoria: el sol cayendo sobre el puerto, las barcas meciéndose y el horizonte teñido de dorado. Un final perfecto antes de continuar nuestro recorrido hacia el interior de la región, donde nos esperan nuevos paisajes, historias y sabores de esa Cantabria infinita que tanto enamora.
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10. Potes, la puerta de entrada a los Picos de Europa
Potes es el corazón de la comarca de Liébana, un pueblo con alma montañesa y el punto de encuentro entre naturaleza, historia y tradición. Pero incluso antes de llegar, el viaje ya es un regalo: la carretera que atraviesa el Desfiladero de la Hermida serpentea entre imponentes paredes rocosas y paisajes que dejan sin aliento.
En el camino te esperan los sabores auténticos de los quesos de Bejes, las encantadoras casucas lebaniegas de Mogrovejo y, por supuesto, el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, lugar de peregrinación y paz interior. Aunque no seas devoto, sus miradores ofrecen vistas espectaculares que hacen entender por qué esta tierra atrapa a quien la visita.
11. Teleférico de Fuente Dé, una ventana al corazón de los Picos de Europa
¿Te atreves a vivir esta experiencia? Desde el Mirador del Cable, a 1.823 metros de altura, tendrás la sensación de rozar el cielo con las manos. Ante tus ojos se despliega la majestuosidad de los Picos de Europa, un espectáculo natural que regala una de las vistas más impresionantes de Cantabria.
Eso sí, no es un lugar apto para quienes temen a las alturas… ¡la emoción está garantizada! Y recuerda: compra tus entradas con antelación, especialmente en temporada alta.
Puedes ascender a pie si te atrae el reto, aunque el recorrido exige buena forma física. Para el regreso, muchos optan por descender caminando por el sendero de unos 14 kilómetros, un trayecto impresionante entre montañas y praderas que deja huella en la memoria.
Y, tras la aventura, nada mejor que recuperar fuerzas con un cocido lebaniego: contundente, reconfortante y capaz —como se dice por aquí— de “resucitar a un muerto”.
12. Valles Pasiegos, el corazón verde de Cantabria
Si hasta ahora has logrado resistirte a la tentación gastronómica, en los Valles Pasiegos eso será imposible. El aroma a sobaos y quesadas impregna el aire y parece acompañarte allá donde mires, como si flotara entre las montañas verdes y las boinas de los pasiegos.
Pero aquí no solo se alimenta el cuerpo, también el alma: praderas infinitas, casonas de piedra, ríos cristalinos y una tradición ganadera que sigue viva en cada rincón. Desde Puente Viesgo hasta Vega de Pas, pasando por Selaya o Villafufre, esta comarca es un mosaico de pueblos con encanto, paisajes apacibles y sabores que resumen la esencia más auténtica de Cantabria.
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13. Liérganes, el pueblo de la leyenda del Hombre Pez
Entre los lugares más encantadores que ver en Cantabria, Liérganes ocupa un sitio especial. Situado en pleno corazón de los Valles Pasiegos y muy cerca de Santander, este pueblo cautiva por sus balconadas de madera repletas de flores, sus calles empedradas y su ambiente sereno, donde el tiempo parece detenerse.
Además de su belleza, Liérganes es conocido por albergar una de las leyendas más fascinantes de la mitología cántabra, la del Hombre Pez. Según cuentan, en el siglo XVII un joven del pueblo se lanzó al río y desapareció. Años después, unos pescadores de Cádiz hallaron un ser con cuerpo humano y cola de pez que solo logró pronunciar una palabra: “Liérganes”.
Pueblo de historia, tradición y magia, Liérganes también es famoso por su ambiente acogedor y sus churros con chocolate, aunque —de momento— aún no hemos encontrado un sitio que los prepare sin gluten. ¡Habrá que volver para seguir buscando!
14. Cabárceno, el parque natural más impresionante de Cantabria
A solo 20 minutos de Santander se encuentra un lugar único, casi como un Arca de Noé cántabra: el Parque de la Naturaleza de Cabárceno. Lo que un día fue una mina de hierro se transformó en un paisaje excepcional, donde animales de los cinco continentes viven en semilibertad, rodeados de más de 5.000 especies de árboles y arbustos.
El recorrido puede hacerse en coche, autobús o teleférico, que ofrece dos rutas panorámicas para contemplar desde el aire la inmensidad del parque y su impresionante entorno natural. Dedica al menos tres horas para disfrutarlo con calma, porque cada rincón ofrece una escena diferente: elefantes, jirafas, osos, hipopótamos, tigres… una auténtica aventura sin salir de Cantabria.
Y si no quieres cargar con la comida, no te preocupes: el parque dispone de zonas de descanso, cafeterías y restaurantes, perfectos para reponer fuerzas antes de continuar la visita.
15. Bárcena Mayor, el pueblo más antiguo y con más encanto de Cantabria
Pasear por Bárcena Mayor es como adentrarse en un cuento rural. Sus casonas de piedra, los balcones de madera y el sonido del río que atraviesa el valle crean una atmósfera que parece detenida en el tiempo. No es raro encontrarse con algún artesano tallando albarcas a mano, perpetuando las tradiciones de antaño.
En pleno Parque Natural Saja-Besaya, el pueblo conserva intacto el encanto rústico de las casucas cántabras y es un punto de partida ideal para disfrutar de rutas de senderismo entre bosques y montañas. Y cuando el apetito aprieta, nada mejor que sentarse a la mesa y saborear un cocido montañés, contundente y delicioso, en cualquiera de sus acogedores restaurantes.
16. El Salto del Río Asón, la cascada más espectacular de Cantabria
El nacimiento del río Asón guarda uno de los grandes tesoros naturales de Cantabria: una cascada de más de 70 metros de caída que desciende con elegancia entre las rocas, formando una espectacular cola de caballo.
El acceso hasta la parte baja es sencillo y se realiza por un sendero entre bosques, donde el murmullo del agua acompaña cada paso. Si visitas la zona en primavera, tras el deshielo de las montañas, verás el salto en su máximo esplendor… aunque conviene acercarse con precaución, porque el vapor y las salpicaduras del agua pueden dejarte empapado.
Un rincón mágico, de esos que te hacen sentir diminuto ante la fuerza y la belleza de la naturaleza.
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17. Nacimiento del río Ebro, un remanso de paz en Fontibre
En Fontibre, muy cerca de Reinosa, brota el río Ebro, el más caudaloso de España y uno de los símbolos naturales más importantes del país. El acceso hasta el punto exacto del nacimiento requiere algo de precaución, ya que el terreno es algo irregular, pero la recompensa merece la pena.
Desde allí parte un paseo encantador bajo una arboleda frondosa, donde el murmullo del agua y la sombra de los árboles crean una atmósfera mágica, casi de cuento. Es un lugar perfecto para detenerse, respirar aire puro y, si el tiempo acompaña, disfrutar de un picnic en las mesas de madera dispuestas entre los árboles.
Un rincón sereno y lleno de vida donde comienza el viaje de uno de los grandes ríos de España.
18. Brañavieja, nieve y naturaleza en el corazón de Alto Campoo
¡Atención, amantes de la nieve! En pleno Alto Campoo se encuentra Brañavieja, la estación de esquí más importante de Cantabria. Con 20 pistas adaptadas a todos los niveles, es ideal tanto para quienes buscan velocidad y adrenalina como para los que quieren aprender en su escuela de esquí y snowboard.
No necesitas llevar tu propio equipo: hay varias casas de alquiler con todo lo necesario para disfrutar de la jornada. Y si viajas en familia, los más pequeños —o los menos valientes— lo pasarán en grande en las zonas de trineos y haciendo alguna que otra batalla de bolas de nieve.
Quienes prefieran la montaña en estado puro pueden aventurarse hasta el Pico Tres Mares, una ruta espectacular que en invierno puede hacerse con raquetas de nieve, disfrutando de panorámicas inolvidables.
Y para cerrar el día, nada mejor que entrar en calor con una sopa de ajo o un buen caldo casero mientras contemplas el paisaje blanco desde una mesa junto al fuego.
19. Julióbriga, la huella romana en Cantabria
Cantabria está llena de yacimientos arqueológicos que narran siglos de historia. Sus montañas y valles escarpados dificultaron las invasiones, lo que permitió que muchos vestigios del pasado se conservaran casi intactos.
Entre ellos destaca la ciudad romana de Julióbriga, el principal enclave del Imperio Romano en la región, donde aún pueden verse restos de viviendas, templos y calles empedradas que evocan su antiguo esplendor. Muy cerca, en el valle del Besaya, se conserva también un tramo de la calzada romana, testimonio del intenso comercio y las rutas que unían estas tierras con el resto de Hispania.
Un lugar perfecto para los amantes de la historia y para quienes disfrutan descubriendo el pasado entre paisajes de montaña.
20. Castillo de Argüeso, la fortaleza medieval de Cantabria
En una colina cercana a Reinosa, se alzan las dos torres de piedra del Castillo de Argüeso, una de las fortalezas medievales más emblemáticas de Cantabria. Desde la distancia ya impone su silueta, pero es al cruzar sus muros cuando realmente comienza el viaje al pasado.
La visita guiada permite adentrarse de lleno en la Edad Media, recorriendo sus salas de piedra, pasadizos y estancias nobles mientras los figurantes vestidos con trajes de época ayudan a recrear la vida en el castillo con gran realismo.
Una experiencia que combina historia, arquitectura y emoción, perfecta para quienes disfrutan de esos lugares donde el tiempo parece haberse detenido.
Cantabria infinita: el viaje continúa
Los colores del atardecer desde aquí son simplemente inolvidables, un espectáculo natural que resume toda la belleza de esta tierra.
Te lo advertimos al principio: Cantabria es infinita, y solo cuando la recorres entiendes por qué. Nos hemos quedado muchos lugares en el tintero —porque en realidad, no hay solo 20 planes perfectos para conocer Cantabria—, pero parte de la magia está en dejar que tú descubras el resto.
Déjate sorprender por sus montañas, su costa, sus pueblos con encanto y su gente.
Y cuando vuelvas, cuéntanos cuál fue tu rincón favorito: estaremos encantados de leerte y compartir tu experiencia con la comunidad Glutendtrotter.
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Preguntas Frecuentes (FAQs)
Un itinerario clásico incluye Santander (bahía, Península de la Magdalena y Cabo Mayor), Costa Quebrada, Comillas y Santillana del Mar (con Altamira). En el interior, Potes y el Teleférico de Fuente Dé para asomarte a los Picos de Europa. Si te sobra tiempo: Liérganes, Valles Pasiegos o el Parque de la Naturaleza de Cabárceno.
Primavera y otoño ofrecen paisajes verdes, menos afluencia y clima suave. El verano es ideal para playas y actividades al aire libre. En invierno, el atractivo está en la montaña (Alto Campoo) y los planes culturales.
Visita cuevas y museos (Altamira y su Neocueva, la Cueva del Soplao), recorre cascos históricos como Santillana del Mar o Castro Urdiales, disfruta de la gastronomía local (rabas, cocido montañés, sobaos y quesadas) y planea paradas en miradores cuando abran claros.
Sí. Destacan el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, el Teleférico de Fuente Dé, playas de oleaje moderado y rutas sencillas por Valles Pasiegos o Costa Quebrada. Muchos pueblos tienen áreas peatonales y propuestas familiares.
Cada vez más restaurantes y obradores ofrecen opciones sin gluten, especialmente en zonas turísticas como Santander, Santillana del Mar, Comillas o Potes. Recomendamos consultar con antelación, avisar al personal y revisar siempre la contaminación cruzada.